Cuento "El Entierro"

El entierro

Resplandor en la oscuridad.Luz brillante cerca de “las casas”.Don Pilo sabe,pero calla.
Contempla la blanca luz ,que encandila su mirada.Silencio ,quietud y claridad embriagan sus pensamientos.
Entra a su choza de madera,acerca su mano al candil y con un fósforo enciende la mecha.Se acuesta en su catre de lona,que comparte con su mujer Julia,hace mas de 45 años.Acerca su pierna,al muslo de su compañera y duerme.
Al amanecer,despierta inquieto.Arrima una corteza de tala y enciende un fósforo.Una luz roja degrada la madera y arrima unos troncos de espinillo a la llama.Julia amasa la torta con sus manosbien cuidadas,pero con con las deformaciones propias de la edada y el trabajo.Acerca la masa tibia,a la diminuta parrilla y el calor empieza a colorear la torta asada.En un estrebe,la negra pava humea y sentados en el patio comienzan a tomar mate.Julia le acerca un mate,Pilo siente el calor de de la calabaza en sus manos y recuerda con ternura los años compartidos de amor y humildad.Mira a Julia con sus arrugados ojos chispeantes,y ella le extiende la mano.Silencio y muchos recuerdos.
Camina sigiloso ,hasta su canoa y en su mano lleva un hacha y una pala de punta.Con una botella de plástico partida al medio procede a sacar el agua de la misma.Rutina diaria ,que exige su rudimentaria canoa.Levanta el ancla,amarrada en su puerto “la amistad”,y sus pies descalzos empujan rítmicamente la barcaza.Cuando logra hacerlo,zambulle sus pies en el río y sube con facilidad a la canoa.
El río esta bajo,así que para navegar usará su pala .El perfume de los camalotes en flor y su colorido azul,lo envuelven en recuerdos de infancia,pero también le recuerdan que su padre ya no está.Un leve lágrima cae de su rostro añejo por los años .Continua empujando su pala ,inquieto y se siente más jóven que nunca
El río está “limpio”pero hay veda hasta fines de diciembre y él la respeta más que nadie. Conoce los misterios del río y de las inescrupulosas redes de ambiciosos hombres,pero calla...
Sus manos continuan empujando la pala con movimientos casi automáticos.La canoa flota y vaga.....planea un martín pescador agitando sus alas y sumerguiendo su pico en el agua clara,atrapa una mojarra plateada.
Acerca su canoa,en aquella orilla .Maniobra tranquilo acompañado por la calma de aquella isla.Arroja nervioso el ancla y desciende descalzo con el hacha y pala en su mano.El sol calcino agobia la siesta . Arrima su remera descolorida a la cara para secar su transpiración.Cuerpo y alma empapados en sudor. Se acerca con respeto al ancestral timbo,que conoce desde que nació.Comienza a hachar su tronco y sus temblorosas manos impiden realizar está tarea tán rutinaria.El espanto roe sus pensamientos..Él sabe de entierros,desde hace años,herencia ancestral que escuchó.Sabe como se saca y cómo hay que hacerlo bien,pero huye.
Angustiosa huida y sus temor .”El entierro puede esperar”,se dice para sus adentros.
Navega tembloroso y en su deambular recuerda las siestas de niño ,cuando dormia arriba del “lomo de su padre” y su olor ya es distancia.Aunque nunca llevó su apellido,se siente mas hijo que nadie.
Sus recuerdos ,le traen calma,gotas gruesas de nostalgia y tristeza caen de sus ojos cansados.Cuando está llegando a su casa observa la imagen de un hombre robusto vestido de negro en la orilla.Realiza las maniobras habituales y tira el ancla.
Es Carlo,el almacenero del pueblo que trae la provista .
No puede mas ,ya no calla.Relata lo sucedido y el misterio de la luz mala.Carlos escucha y Pilo ,todo detalla.El sol va cayendo en el río y el almacenero se marcha.
Julia prepara un rico guiso carrero para Pilo y la gurisada.Pilo descansa con el torso desnudo en el patio de su casa.Quietud,silencio y calma.
De repente siente el ruido invasivo de motores en el agua.Una lancha a toda velocidad pasa por su casa.Julia invita a su esposo a la mesa.El guiso servido en platos enlozados y un vaso plateado que todos comparten.
Ruido de motosierras,ruido de lanchas.Luego la noche se torna calma....
Pilo sabe y calla.